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Cuando hablamos del Esoterismo del Grial no entendemos sólo por ello que, como todo símbolo verdaderamente tradicional, presente un lado esotérico, es decir, que a su significado exterior y generalmente conocido se superponga otro de un orden más profundo, sólo accesible para aquellos que han conseguido llegar a un cierto grado de comprensión e identificación.
El propio          símbolo del Grial, con todo lo que con él se relaciona,          es de aquellos cuya misma naturaleza es esencialmente esotérica          e iniciática.
  La leyenda del Grial se presenta bajo una forma eminentemente cristiana,          en la que se encuentran elementos de diversa procedencia cuyo origen es          manifiestamente anterior al cristianismo. Aunque algunos autores han creído          que fueron añadidos de forma accidental por la tradición          popular, dichos elementos son poseedores de un valor simbólico          real que está lejos de tener un origen popular. Es cierto que el          pueblo ha conservado, a veces sin comprenderlos plenamente, restos de          tradiciones antiguas. Lo asombroso es que cuando se va al fondo de ellas          se comprueba que contienen, de modo más o menos velado, gran suma          de conocimientos esotéricos.
  En la leyenda artúrica conviven elementos tradicionales célticos          y cristianos. Lo que debía conservarse de unos fue, de alguna forma,          incorporado a los otros. Son elementos de orden propiamente iniciático          que, desde entonces, son parte integrante del esoterismo cristiano.       
Por otro          lado, el símbolo de la copa o del vaso es de aquellos que bajo          una y otra forma se encuentran en todas las tradiciones y pertenecen al          simbolismo universal. Es evidente la relación entre el «vaso          de la abundancia» de las tradiciones antiguas, el simbolismo celta          con el recipiente mágico y el significado eucarístico del          cristianismo. Es el continente del alimento o la bebida de la inmortalidad,          la sangre de Cristo viviente.
  Según cuenta la leyenda, esta copa fue tallada por los Ángeles          de una esmeralda desprendida de la frente de Lucifer, que éste          perdió en su caída. Siguiendo a René Guénon,          esta esmeralda frontal se identifica con el tercer ojo de la tradición          hindú, que representa el sentido de eternidad. La copa fue confiada          a Adán en el Paraíso, pero a raíz de su caída          la perdió cuando fue expulsado del Edén. Mientras estuvo          en el Edén vivía verdaderamente en el propio corazón          de lo Uno, por lo que el deseo y la búsqueda del Grial revela el          constante anhelo de una recuperación paradisíaca, la búsqueda          de un centro estable y cósmico. Un descendiente de Adán,          llamado Set, logró entrar en el Paraíso y recuperar el precioso          vaso. ¿Cómo fue conservado este vaso desde los días          de Set hasta la llegada de Jesús el Nazareno? Según algunos,          estuvo oculto; para otros, una cadena de Iniciados lo debió tener          en su poder hasta que José de Arimatea y Nicodemo lo llevaron a          Gran Bretaña. Desde allí el Grial inicia su camino caballeresco.
  De alguna forma, simbólicamente, vemos que el hombre, separado          de su centro original, se encuentra encerrado en la esfera temporal. Ha          perdido el sentido de eternidad, porque éste pertenece a un estado          primordial, cuya consecución constituye el primer estadio de la          verdadera Iniciación, bien entendido que lo que representa el Paraíso          no es otra cosa que «El Centro del Mundo» Interior.       
La búsqueda          de ese Grial se vincula a un simbolismo muy general (en casi todas las          tradiciones hay «algo» que se ha perdido o ha sido ocultado).          Su pérdida es la pérdida de las tradiciones sagradas y de          su sentido para la mayoría de la gente.
  En cuanto a la desaparición final del Grial, se dice que fue llevado          al Cielo por Set, según algunos, y según otros fue transportado          al Reino del Preste Juan («Preste Juan» no es un nombre, sino          un título: se habla de una Dinastía de los Prestes Juan          que, como la estirpe de David en otra época, habría revestido          la dignidad real y sacerdotal; en este Reino se encuentra también          la Piedra de la Luz que tiene la virtud de resucitar el animal imperial,          el Águila). De todas formas, siempre se trata de una retirada del          exterior hacia el interior, según el estado del mundo en ese determinado          momento.
  Se dice que el Grial ya no fue visto nunca más como antes, pero          no se dice que nadie lo viera jamás. Se supone que siempre está          presente para aquellos que están preparados y han luchado por ello,          aunque los que han bebido en él no siempre pueden transmitir su          sabor.       
El Grial en otras          culturas
  Después de lo ya expuesto, vemos que la leyenda del Grial es un          símbolo, una envoltura externa con que se han vestido conceptos          que están por encima del hombre y de su comprensión cotidiana,          pero que le son necesarios. Aquellos que lo ven como una novela no profundizarán          más, pero los que necesitan saber de verdad penetrarán en          alguna medida en el propio misterio del símbolo.
  Todas las culturas y civilizaciones se han valido de símbolos parecidos          para dar a su pueblo una enseñanza común y ofrecerle el          Gran Misterio que subyace en el fondo de todas las cosas, incluso en nosotros          mismos.
  Nos detendremos en algunas de estas culturas para conocer cuál          es su propio «grial».
A) Hinduísmo
  El hinduísmo proviene de la evolución histórica de          los conceptos védicos primitivos.
  Cuenta una antigua leyenda que el Grial, ante la falta de receptividad          en Europa, abandonó Occidente y se refugió en Oriente, en          la India.
  En la tradición hindú, el Grial se corresponde con el vaso          sacrificial que contiene el Soma o bebida sagrada del antiguo ritual védico,          o incluso con el Soma mismo. Según Burnouf, el Samudra o recipiente          del Soma es el vaso que contiene la sangre del Dios viviente, Agni, personificación          del Fuego, del mismo modo que el Grial contiene la sangre de Cristo. El          arquetipo del vaso sacrificial que contiene el Soma es un gemelo exacto          del santo Cáliz cristiano, y en tradiciones aún más          antiguas es la copa de Asura o el Cuenco del Paché Titán          del que habla el Rig Veda. Esta Copa de Asura es en realidad el disco          del Sol, el Mandala sobre el que todo se proyecta.
  El Soma es el néctar celeste, el elixir de la inmortalidad que          tiene sus equivalentes en el Haoma avéstico y en la ambrosía          de los griegos. También está ligado a la roca y a la montaña          símbolo del Centro y de la elevación espiritual. Traído          de los cielos por el águila mensajera de Visnhú, el Soma          se deposita en lo alto de la montaña, así como la ambrosía          divina que porta el Águila de Zeus. También la copa cristiana          recoge la sangre de Cristo en el monte Calvario y luego la conserva en          el Castillo de Monsalvat, la montaña de la salvación.
  Por otro lado, Soma es el nombre sánscrito que recibe la Luna,          que a su vez se presenta como un recipiente que en la oscuridad de la          noche recoge la luz del Sol, que es precisamente la que la hace brillar.          De ahí que la Luna sea considerada por los hindúes como          el Cáliz donde beben los antepasados y los Dioses.
  Visnhú, una de las divinidades que conforman la Trimurti o Trinidad          básica hindú, sostiene en uno de sus cuatro brazos un disco          solar con seis radios, y en el centro la sílaba mágica «hrim»          (inmovilidad del centro).
  Está rodeado por un círculo que representa a Maya y tiene          como símbolo geométrico su propia cruz. Al igual que el          Grial, este disco es circular y su centro inamovible alrededor del cual          todo se mueve.
  El loto es otro atributo de Visnhú, la flor que brota de aguas          cenagosas y se eleva manteniéndose pura y limpia. Su cáliz          aparece lleno de pétalos o flores como la copa de plenitud. De          hecho el loto se considera la copa del Sol, que tiene oculto en su interior          el principio de Vida.
  Como es sabido, Shiva posee un tercer ojo situado en el centro de la frente          que representa la omnisciencia, el sentido de eternidad. Es el ojo que          se ha liberado de la ilusión y mira hacia su interior, allí          donde está el Grial. Es también el ojo que salva al Universo          al devolverle la luz y la vida, al igual que la acción redentora          de la sangre de Cristo.
B) Budismo
  Surgió del seno decadente del Brahamanismo y es heredero de la          tradición hindú, por lo que reaparecen la mayor parte de          los símbolos expuestos.
  El disco solar se representa aquí bajo la rueda del Dharma o Rueda          de la Ley. Es la Ley Suprema por excelencia en la que todos estamos inmersos.          El Centro de esta rueda es el núcleo y fundamento de la existencia,          el Presente Absoluto. Sus radios son los rayos que irradia el Centro Luminoso          hacia la periferia. Estos ocho radios unidos entre sí, integrados          en un centro común, forman la representación del Camino          del Medio, la «vía del Grial».
  En el centro de la rueda se encuentra el Hombre Universal, el Buda, que          representa la función de Çakravarti, de Rey del Grial que          hace girar la rueda del orden cósmico.
  El disco solar del Buda se nos presenta como imagen de la «Puerta          Solar», como vía de acceso al Grial. Aquel que ha pasado          victoriosamente por ella conquista el estado incondicionado y goza del          néctar.
  En la simbología budista nos volvemos a encontrar con el tercer          ojo, punto brillante que resplandece en la frente del Buda, y con el loto,          flor del despertar y de la Iluminación, el cáliz de Budeidad          y del Nirvana que contiene la esencia de la compasión (Karuna)          y la sabiduría (Prajna).
  Si el cáliz del Grial conserva la sangre de Cristo, que es luz          y vida del mundo, el cáliz del loto contiene la luz del Buda.
  El cuenco mendicante de Buda es el «Patra» que, al igual que          el Grial, está relacionado con la nutrición milagrosa, y          con la idea de salud y plenitud. Además, el Patra del Buda es un          elemento unificador porque logró reunir en una sola copa las cuatro          en que fue dividida la antigua Copa de Tvashtri, reintegrando sus fragmentos          al centro, al origen.
  Así como el Soma y el vaso que lo contiene están ligados          al Árbol de la Vida, el Patra lo está al Árbol Bodhi.          Es igual que el nexo que une al cáliz con la lanza, símbolo          del eje del mundo.
  La polaridad copa-lanza reaparece en muchos pares de objetos simbólicos          de la tradición budista, como la rueda y el tridente, el disco          y el pilar o el cuenco y el bastón del simbolismo Mahayana.
  La marcha espiritual de quien sigue los pasos del Buda se perfila como          una auténtica «Búsqueda del Grial».
C) Taoísmo
  En el Taoísmo el Grial encuentra su equivalente en el vaso de Kuan          Ying, la Virgen Celestial taoísta que encarna la armonía,          la sabiduría, la compasión y la pureza. En sus manos porta          un vaso que contiene el Agua de la Vida y una copa de la abundancia como          vaso de compasión y sabiduría.
  Otro atributo de Kuan Ying es el loto, la Copa de Sol que recoge la sustancia          solar del Tao. El loto materializa en equilibrio del Yin y el Yang, es          la plasmación simbólica de la meta que corona la vía          del Tao, la conquista de la inmortalidad. Hay que buscar la Flor de Oro          y beber el elixir mágico de la vida.
  El jade es la piedra preciosa más estimada por los chinos, y su          simbolismo es paralelo al del Sol. La copa de jade en que se recoge y          bebe el elixir de la inmortalidad se define como una auténtica          copa del cielo. Beber en la copa de jade al igual que en el Grial, significa          asimilar todas sus propiedades. La esencia de jade es el jugo extraído          del Árbol de la longevidad. Los mitos taoístas hablan de          una «Isla de los Bienaventurados», en la que brota la fuente          de la Vida, cuyas aguas manan de una roca de jade confiriendo la eterna          juventud.
  En realidad, todos estos elixires no son otra cosa que la misma fuerza          del Tao. Llegar a la unión con el centro absoluto y descubrir el          elixir de la vida es armonizarse con el Tao. Así, el hombre se          libera de la dualidad y consigue el perfecto equilibrio entre Yin y Yang.
  Éste es el misterio que se oculta en el Grial taoísta, en          el vaso de Kuang Ying y en la copa de Jade. El Grial es en definitiva          el Tao mismo, un Tao que, según Lao Tsé, nunca se agota,          es un auténtico vaso de plenitud.
  Descubrir el Elixir de oro o llegar a la Isla de los Bienaventurados es          conquistar el Grial y hacerse uno con el Tao.
D) Shinto
  En el Shinto el Grial está representado por los «Tres divinos          Tesoros» que constituyen una de las partes más importantes          de la Religión nacional japonesa, y en especial por dos de ellos:          el Espejo y las Joyas.
  El Espejo Divino es el símbolo de Amaterasu, Diosa solar, Divinidad          central del panteón shintoísta. Su forma es circular, simbolizando          el disco solar, y su superficie pura y limpia simboliza la presencia de          Dios. Es la materialización sensible del Centro del Universo, lo          refleja todo y todo se refleja en él. Es la Fuente de vida de donde          surge el Elixir de la inmortalidad, la copa resplandeciente donde se refleja          el mundo, poniendo en contacto Cielo y Tierra.
  Este Espejo Divino está encerrado en un cofre y oculto a la mirada          de los hombres, celosamente guardado en el santuario de Ise, centro espiritual.          La peregrinación hacia ese centro tiene el valor de una auténtica          búsqueda del Grial.
  El mensaje espiritual del Espejo vendría a decir que se encuentra          dentro de todos los hombres, que hay que descubrirlo y que allí          se reflejará cada uno como es en realidad.
  El Collar de Joyas es otro de los componentes del Divino Tesoro. Son piedras          de forma curva que Amaterasu entregó a los hombres, por lo que,          al igual que el Grial, se consideran piedras de origen celeste. También          se las ha comparado con la piedra frontal de Lucifer. En las joyas shintoístas          está el elixir divino.
  Los Tres Divinos Tesoros son símbolos de la realeza sacra del Emperador,          autoridad suprema de la tradición shintoísta, y auténtico          Rey del Grial. r
  BIBLIOGRAFÍA
  El misterio          del Grial, Julius Evola.
  El Graal en la literatura medieval, Victoria Cirlot.
  Esoterismo del Grial, René Guénon.
  Las armas de la luz y los castillos del cielo en la búsqueda del          Grial, P.G. Sansonetti.
  Shinto y Zen, Antonio Medrano.
  Parsifal y la vía del Buda, Antonio Medrano.
  Glosario Teosófico, Helena P. Blavatsky.
María Jesús Cáliz Lafuente
 El nombre celta proviene de la forma plural keltoi usada por los historiadores y geógrafos griegos para definir a un numeroso pueblo esparcido en la Europa transalpina y la Península Ibérica alrededor del año 600 a. C.
  Cuando el deseo de expresión del hombre no puede satisfacerse únicamente con la palabra, utiliza la imagen como un medio rápido y breve para traducir su pensamiento.
Si se quiere recurrir a la fuerza sugestiva de la imagen para representar una idea sagrada, se llegará no solo al antropomorfismo, sino que en muchos casos se preferirá el zoomorfismo. En efecto, para el que quiere simbolizar una actitud psicológica, el ser humano no es el mejor soporte: la riqueza psíquica y la complejidad tan diversificada de la mentalidad humana, hace que el animal se preste mejor que el humano a la representación de una sola tendencia.
Aunque un animal no sea enteramente reductible a una motivación única, su particular morfología es un claro testimonio de especialización extrema que se plasma en su concreción física. ¿Cómo representar la soberanía mejor que a través del león, la astucia mejor que por la serpiente, la lentitud mejor que por la tortuga?
Por este motivo, casi todas las mitologías han tenido sus “animales sagrados” que en origen, lejos de ser una expresión de zoolatría, constituyen una cuestión del más puro simbolismo.
Los animales sagrados nos aportan grandes enseñanzas sobre el temperamento de un pueblo y la importancia que otorga a una u otra actividad. Es posible que algunos de los animales sagrados de los celtas les fueran legados por los pueblos que les precedieron, pero el hecho de que los hayan adoptado y honrado nos instruye sobre ellos tanto como si fuera su primera elección.
Muchos animales tenían un rango especial en el culto celta, y es muy común que en las leyendas encontremos bestias sobrenaturales. El dios cornudo, Cernunnos, estaba relacionado con el ciervo, la serpiente con cuernos de carnero, el toro y, de manera indirecta, con todo el reino animal. La diosa celta Flidhais gobernaba a los animales del bosque.
La iconografía celta nos presenta una multiplicidad de cultos asociados con los animales de caza. En la tradición mitológica de Gales e Irlanda, la caza probablemente era el medio a través del cual se ponía en contacto la vida terrenal y el Más Allá. En la mitología irlandesa, los seres del mundo sobrenatural atraían a los cazadores humanos hasta sus dominios por medio de animales encantados (Finn) o a través de la caza (
Los jabalíes, caballos, perros y oso, así como algunas especies de pájaros y peces, estaban todos relacionados con una u otra deidad. Quizá la criatura más importante fuera el jabalí, representado en muchas estatuas y grabados, y que también aparece en algunas leyendas. Con frecuencia es un animal feroz y destructivo que conduce a los cazadores al Más Allá. En ocasiones, los dioses y las diosas son mostrados montados sobre la espalda de uno de estos animales, signo de su poder y dominio sobre el mundo natural. Arduina, diosa cazadora del Bosque de las Ardena, se representa montando al galope en un jabalí.
Margarita Besteiro